martes, 9 de septiembre de 2008

pen over paper*















Reía y reía sin parar. Contaba historias de hadas en palacios llenos de colores, vivía en un mundo irreal que ayudaba a remplazar la complejidad de su actualidad. Inventaba historias de caballeros que cruzaban los mares para llegar a las profundidades del infierno para salvar un alma, o de gigantes que sostenían la Tierra con un solo dedo…
Se creaba un mito para todo lo que ocurría en su vida, le salía más fácil y seguro al final del día….
Las noches eran largas, y en su recamara siempre había más de tres velas encendidas, las puertas estaban aseguradas con candado y las ventanas también, nunca dormía hasta saber que él había pegado ojo. Procuraba no ir al baño en toda la noche, y siempre tenía a su lado diferentes utensilios de defensa.
Cada noche era una eterna pesadilla, y sus sueños jamás eran tranquilos, usualmente despertaba gritando, empapada en sudor… bañada en su propio llanto. Pero para la hora en que el sol salía a darle la bienvenida, todo aquello que estaba tan mal dejaba de importar… y el mundo se volvía este lugar lleno de dulces, alegrías e historias infinitas.

Y era feliz.
Verdaderamente lo era.
Las miles de historias que su mente tejía alrededor de cada nueva situación, se veían plasmadas luego por su pluma, para siempre transcritas en pergaminos que luego guiarían el camino hacia la salvación y la alegría a otro en situaciones de igual intensidad.


Al caer la noche… ella se perdía,
Pero con el primer rayo de sol… ella sonreía.